¡qué Te pensás!

Orilla del Río de la Plata. Colonia, Uruguay
21 de enro de 2014
Video y fotografía. Toma directa

Gerundio

Las vacaciones salen en presente. El “aquí y ahora” toma tanta relevancia que dejamos de conjugar los verbos para vivir en puro gerundio: estamos descansando, prendiendo el fuego, comiendo, andando en bicicleta, disfrutando, riendo, tomando sol, nadando. Prima la descripción del paisaje y de las nuevas actividades que se burlan del ajetreo urbano. La narración, suspendida entre siestas y postales del paraíso, tiene que inventarse un pero para volver a la acción, entonces saca un as de la manga: tormenta de verano.
Estamos desayunando al aire libre cuando nos atropella un viento negro que viene del este. Corro a descolgar la ropa limpia de la soga, él se pone a juntar todos los bártulos regados por el jardín, bajo la galería hace una pila de sillas y reposeras refugiadas. Las luces del alumbrado público se encienden como si fuera de noche. Se cae un árbol justo frente a nosotros. Se golpean puertas y ventanas. El agua aun no cae sino que llega horizontal, es una capa fina del río que salió volando. La nena mira para todos lados. Quiere saber cuáles son las palabras que nombran tanto movimiento. No se conforma con sustantivos como viento, arena y agua. No le alcanzan para hablar del ímpetu y la sorpresa, entonces señala, aplaude, grita. La domina la curiosidad, no el miedo.
Salimos de casa con cualquier excusa, que hay que rescatar el mantel, que se vuela la sombrilla. Lo que queremos, en realidad, es ser parte de la naturaleza embravecida. El viento nos despeina, nos envuelve el frío recién nacido del agua, nos sacuden los truenos y se nos llenan los ojos de arena. Vemos otros verdores y el olor de los eucaliptos partidos nos hincha los pulmones.
Pronto el viento cesa y con él la sensación de catástrofe. Poco a poco volvemos a nuestro gerundio de vacaciones: está lloviendo. Él propone un paseo. Vamos a salir a descubrir cosas caídas del cielo y tesoros bajo el agua.