¡qué Te pensás!

Sin título
De la serie "Homenaje a R.E.L.A.".
Grabado en relieve sobre papel reciclado a mano. 2014

Pena

Estás hablando por teléfono cuando tu mujer se te sienta del otro lado del escritorio. ¿Qué pasa? Le alzás la pregunta entre las cejas, sin pronunciarla. Ella entiende y con el dedo hace un rulo en el aire: después. No te mira. Se muerde finito y constante en el interior de la boca. La mueca la deforma, es un roedor. ¿Cuánto hace que tiene ese tic? No se lo conocías. Raro, la ves en casa y en el trabajo todos los días desde hace una eternidad. Agarra una birome de tu portalápices y se pone a garabatear sin pedir permiso en un papel tuyo que ya no sirve. ¿Pero ella qué sabe que no sirve? En el teléfono te saludan y cortan. Vos fingís que seguís hablando, para demorar ese después que ella se trae entre manos.
Ajá comprendo, le decís a nadie. La persiana de tu oficina está abierta, ajá despreocupesé, pasando el blindex los empleados trabajan o miran sus celulares, ajá enseguida, y de pronto viene tu socio a paso firme, hacés la mímica de la despedida y cortás justo cuando él abre tu puerta sin golpear. Tenemos que hablar, carraspea ella. ¿Qué pasa? Pronunciás, ahora sí. Estás acostumbrado a sus reclamos, pero la presencia de tu socio quiebra las reglas, le da a la escena una sensación de irrealidad. Hubo una fuga de capitales, dice. Pero carajo, golpeás la mesa demasiado efusivo.
Todo pasa en unos minutos, igual hay tiempo para detenerse en los detalles. Las tablitas de la persiana, por ejemplo, están cubiertas de tierra, nunca te habías dado cuenta y ahora esa mugre te cautiva. Cerrás, abrís, cerrás, pero con el sacudón la tierra no se cae, está ahí pegada. Ella no dice robo, ni mano en la lata, ni afano. ¡Qué elegante! Usa los términos periodísticos que usó él y así notás que se traen la conversación ensayada. Hay pruebas, susurra y acaricia una carpeta que ni abre ni muestra. Tiene una expresión de súplica, te está pidiendo que por fin termines con esa historia. Vas a aceptar la pena, entonces asentís y la mirás a los ojos por última vez.