¡qué Te pensás!

Regalito de Susan Kare
Fatality. Animación digital. 2014

Archivo

No hagas cálculos de toda tu vida, los últimos quince años alcanzan. Sacaste fotos con los rollos remanentes hasta que se extinguieron y después vino el desmadre: disparaste con el celular que quedó obsoleto, con el que te robaron, con el que cambiaste y con el que acabás de usar. No te privaste de la cámara de bolsillo ni del equipo profesional. Juntaste imágenes a lo loco. Sin embargo, no hay fotos del día que perdiste el trabajo, ni cuando descubriste la traición en la cara amiga, ni de su espalda cuando la despedida fue irreversible. Tus muertos queridos no vieron los flashes. No hace falta. La memoria es empecinada y trabaja sin ayudantes: te recuerda el drama de sorpresa, se ocupa de asociarlo con aristas impensadas de la vida diaria. Quisiste retratar lo que creíste alegre y excepcional. Viajes, graduaciones, nacimientos, cumpleaños, bodas, paseos, la playa, la montaña, el día que estaban todos, las veces que te vestiste bien porque es un desperdicio la gala si no deja constancia. Tenés fotos porque sí. Hay lugares y caras irreconocibles y también un yunque de todas las ex parejas, tomas íntimas que no le mostrarías a nadie y que preferirías no volver a ver pero que, por alguna razón o por desidia, nunca borraste. ¿Dónde está el archivo? Tiraste parvas de disquetes en la última mudanza y podés apostar a que la mayoría de los cd que yacen en esas torres están rayados o derretidos. ¿Acaso vas a ponerte a revisar uno por uno para saber qué esconden? Seguro guardabas algo en las computadoras que se hicieron chatarra, en las memorias extraíbles, en los chips y en los álbumes que te auto mandaste por e-mail para mayor recaudo. El registro visual de tu vida se volvió un mausoleo atiborrado pero inhallable, intangible. Es un cementerio feliz en tierra de nadie. Te desesperás. Querés poner orden, pero no sabrías por dónde empezar ni qué criterio aplicarle a tanto pasado detenido.