¡qué Te pensás!

Virtual

El cielo está rojo y hay luz desde que la ruta se transformó en autopista, pero todavía es de noche. Le paso la mano a la ventanilla empañada y me atraganto con los carteles: publicidades de todo tipo y un desfile de candidatos desconocidos que cambian según la localidad por la que cruzamos a velocidad máxima. Se ilumina la pantalla de mi celular, hacía horas que no recibía nada. Manoteo, leo, hago una sonrisa reflejo y contesto con gracia. Así estuvimos los últimos meses, a cada rato, ansiosos, pendientes y mientras hacíamos cualquier otra cosa. Nos la pasamos a mensajes, fotos e ilusiones.
Ya está despierto, me dice, va camino a la terminal. Miro mi foto de perfil. Él espera encontrarse con esa chica sonriente. Mi cara en el espejo me la hace difícil. El maquillaje gastado me acusa las ojeras. Limpio, corrijo, vuelvo a dibujarme y me meto un chicle demasiado mentolado para estar en ayunas. El fantaseo del encuentro es tan empecinado que viene igual que un recuerdo, aunque lleno de imágenes que nunca viví.
Llegamos. El micro busca su dársena y los pasajeros empiezan a levantarse y hacen fila en el pasillo. La impaciencia del viaje explota toda junta en este instante. Me quedo sentada y espío detrás de la cortinita. Está apoyado contra una columna, fuma y hace de cuenta que mira el horizonte. No hay horizontes en esta ciudad atiborrada de cosas. Está en pose.
Bajo y él de inmediato se me viene a la boca. Tengo la idea de besarlo, pero algo se me pone en guardia. Qué pasa, me dice, estoy dormida, miento. Lo abrazo para demorarlo un poco, para entender que ese olor es suyo y para saber qué tan alto me queda. Digo su nombre y apellido completos pero siento un desconocido pegado al cuerpo. Quién sos, pregunto, él piensa que es un chiste y me repite palabras de amor que nos escribimos por teléfono y que ahora me suenan tan ajenas.

Sin título
Dibujo digital. 2010